José Ignacio

Alejado de ruido y movimiento de la Península y La Barra, al este del Departamento de Maldonado encontramos el Pueblo de José Ignacio, donde al llegar un cartel que reza “Aquí solo corre el Viento” da una clara idea del espíritu de paz y tranquilidad que caracteriza a este maravilloso lugar.

En pequeña escala el aspecto geográfico de José Ignacio es similar al de la Península, es una punta rocosa que penetra en el Mar conformando dos bahías naturales que mantienen la característica diferenciación de Playas Mansa y Brava.

Es a partir de la construcción del faro que data del año 1877 que comienza surgir un incipiente aspecto urbano conformado en su mayoría por los pescadores de la zona y que propiciaron la idea de la señal lumínica para evitar los naufragios.

El mencionado faro tiene un altura de 32.5 metros y un alcance lumínico de 9 millas náuticas, accediendo al mismo por una escalera caracol se alcanza su mirador desde donde se obtiene una vista panorámica de toda la zona.

Referente al origen del nombre del pueblo existen varias teorías, son dos las más populares, la primera de ellas habla que la región toma el nombre de un documento firmado por un tal José Ignacio quien era un explorador de avanzada o abridor de caminos del imperio portugués de la época de la colonia; la segunda teoría supone que el nombre proviene de un faenero, uno de los primeros en establecerse en este sitio de nombre José Ignacio Silveira también en la época colonial.

La cuidada urbanización del lugar en un esfuerzo por mantener el estilo natural, rustico y agreste, nos recuerda al Punta del Este de antaño en sus comienzos, no existen construcciones de elevada altura, se observan antiguas y rústicas casas así como también mansiones con vistas maravillosas y un country privado.

Entre otras muchas edificaciones resalta el Club del Médano con sus torres que se recortan entre los médanos y el mar, cada casa, cada jardín son imágenes dignas de ser plasmadas en el lienzo de un artista.

La oferta gastronómica de José Ignacio es una tentación a la cual ceden miles de turistas por la excelencia de sus platos entre los cuales se cuenta con el típico del lugar, el Omelette de Algas.

Su plaza y su iglesia sumamente sencillas se ajustan al entorno, el que los pobladores del lugar insisten en mantener en un hoy tal como era ayer.

Las fantásticas puestas de sol en la bahía de la playa mansa son esperadas por gran cantidad de personas que asisten al espectáculo , tal es la sensación de paz que provoca el lugar a sus visitantes que espontáneamente aplauden al finalizar el ocaso.

El Faro de José Ignacio puede ser visitado sin costo.