La magia del Puerto.

Pocas cosas son más relajantes y permanentes que las experiencias en el Puerto de Punta del Este. Desde tempranas horas, los madrugadores pasan trotando al son de su música preferida, con saludos distantes pero siempre amistosos con caminantes y ciclistas que comparten el trayecto en las omnipresentes pasarelas de madera. Desde una simple caminata o respetando la cola para comprar fresquísimo pescado, limpio y fileteado a la vista, entre vuelos de gaviotas y lobos marinos resoplando detrás de algún espinazo de pez que cae al agua, hasta el paseo disfrutando de la puesta del sol detrás de la Isla de Gorriti o caminar charlando sobre las bellas y elegantes embarcaciones que descansan amarradas en el puerto, mientras esperan su turno para disfrutar de los sabores puntaesteños de los restaurantes en la zona portuaria, todo es válido para llenarse de mar. A la hora que sea, con una copa de vino, con un helado o con una sencilla conversación, todo se vuelve magia en un puerto, y más en Punta del Este.